El otro día en Granada, estaba de cañas con un amigo (granadinos, leed nota al final) cuando tuve una
iluminación. De esas que sólo son posibles a partir de la cuarta o quinta caña.
El tema que tratábamos era el de l
os 10 minutos de después de: hay personas que después de hacer el amor
no se ajuntan con la pareja mientras que otras
se pegan como una lapa nada más terminar y no se sueltan así les fuera la vida en ello.
Personalmente, casi siempre me ha apetecido quedarme un rato retozando con la chica. Sin embargo, hay un periodo después de terminar (10 minutos aproximadamente) en que yo tampoco quiero
ni que me miren siquiera. Pero no es una manía. Tiene una
explicación bastante lógica: después de hacer cualquier esfuerzo físico prolongado están esos 10 minutos en los que es cuando peor me siento: no respiro bien, sudo como un cerdo (incluso más que en plena actividad física) y en general me encuentro un poco
mareado y agobiado. Esta sensación es directamente proporcional al desgaste sufrido previamente. ¡¡Imagina después de echar un polvo!! Por supuesto, mental y anímicamente estoy mejor que nunca. Pero físicamente
me quiero morir.
Pasado ese corto periodo vuelvo a encontrarme más o menos bien. Y es entonces cuando
me apetece abrazarla, besarla, acariciarla, ... no voy a seguir porque me estoy poniendo...
He tenido más de un lío por este tema y creo que no he sido consciente de lo que me pasaba hasta este fin de semana. Por eso quiero compartir esto contigo: ¿te ocurre lo mismo? ¿Y a tu pareja?
Nota para los granadinos: no nos hemos puesto de acuerdo esta vez, pero no
os vais a
librar:
I'll be back ;)
Etiquetas: desvariando