Pues el otro día uno de esos acosadores se encontró con los únicos cuatro japoneses de toda la isla que no se callan. La historia es que el tío fue acusado por una chica de acosarla y cuando el tren paró salió corriendo como si tuviera un petardo en el culo. Cuatro de los pasajeros, uno de ellos de seguridad, le dieron caza y le pegaron una paliza. Poco después moría en el hospital.
Desde luego me parece un hecho loable el que persiguieran al tipo pero lo de la paliza yo creo que sobra. Con denunciarlo a la policía habría bastado creo yo.
Vía 20minutos.
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